Por Bruno Cortés
Ricardo Monreal, uno de los operadores políticos más influyentes dentro de Morena y presidente de la Junta de Coordinación Política en la Cámara de Diputados, salió a hablar del tema que trae revuelo en todo el país: el momento incómodo que vivió la presidenta Claudia Sheinbaum cuando fue rodeada y jaloneada por manifestantes en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
Monreal no se anduvo con rodeos y condenó la manera en que fue abordada la presidenta. Pero también dejó claro que, a pesar de ese episodio, Sheinbaum no tiene pensado blindarse ni alejarse de la gente. Según él, la mandataria seguirá con ese estilo de caminar entre el pueblo, sin vallas ni distancias, tal como lo hizo siendo jefa de Gobierno y como lo promovía López Obrador.
Eso sí, Monreal mandó un mensaje directo —pero diplomático— a quienes integran el círculo cercano de la presidenta: si ella no va a cambiar su forma de gobernar, entonces ellos sí tienen que hacerlo y reforzar la seguridad y la logística. Traducido: Sheinbaum va a seguir caminando entre la gente, pero su equipo se tiene que poner las pilas para que no vuelva a ocurrir un momento de riesgo, ni para ella ni para el Estado mexicano.
Lo que hay detrás de estas declaraciones no es solo un comentario suelto, sino un recordatorio de lo delicado que es combinar cercanía con seguridad presidencial. Están en medio de la discusión del Presupuesto 2026, hay tensión entre bloques políticos en San Lázaro y cualquier incidente con la presidenta puede escalar a un problema constitucional y de gobernabilidad.
Monreal intenta mantener el equilibrio: respaldar la imagen popular de Sheinbaum, pero al mismo tiempo pedir profesionalismo a quienes la rodean. En pocas palabras: cercanía sí, improvisación no.
