Los dientes de dinosaurio revelan un clima terrestre mucho más cálido y rico en CO₂

Un equipo internacional de científicos ha logrado descifrar pistas del clima terrestre de hace millones de años a partir de una fuente insospechada: los dientes fosilizados de dinosaurios. Investigadores de las universidades de Gotinga, Maguncia y Bochum han aplicado un método innovador para medir las proporciones de tres isótopos naturales de oxígeno en el esmalte dental, lo que les ha permitido estimar las concentraciones de dióxido de carbono (CO₂) en la atmósfera durante la era Mesozoica, hace entre 252 y 66 millones de años.

Los resultados, publicados en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, muestran que las concentraciones de CO₂ eran significativamente más altas que en la actualidad. Durante el Jurásico Superior, hace unos 150 millones de años, los niveles eran hasta cuatro veces superiores a los registrados antes de la industrialización. En el Cretácico Superior, entre 73 y 66 millones de años atrás, seguían siendo tres veces mayores.

El esmalte dental, uno de los materiales biológicos más resistentes al paso del tiempo, conserva señales del oxígeno que los dinosaurios inhalaban al respirar. Estas proporciones isotópicas están ligadas tanto a la cantidad de CO₂ en la atmósfera como a la actividad fotosintética de las plantas, permitiendo deducir no solo las condiciones climáticas, sino también la productividad vegetal de la época.

El estudio analizó dientes hallados en Norteamérica, África y Europa, pertenecientes a especies como Tyrannosaurus rex y Kaatedocus siberi. Algunos de estos fósiles presentaron combinaciones inusuales de isótopos, lo que podría indicar picos de CO₂ provocados por eventos volcánicos masivos, como las erupciones en las Traps del Decán, en la actual India, hacia finales del Cretácico.

Según los investigadores, la vegetación de aquel entonces era aproximadamente el doble de productiva que la actual, un fenómeno atribuido a las elevadas concentraciones de CO₂ y a temperaturas medias globales más altas. Estos hallazgos ofrecen un avance notable en paleoclimatología, ya que hasta ahora la reconstrucción de climas antiguos se basaba principalmente en carbonatos del suelo y registros marinos.

Aunque los resultados aún conllevan cierto grado de incertidumbre, esta es la primera vez que un método centrado en vertebrados terrestres logra aportar datos tan precisos sobre la composición atmosférica y el clima en el pasado profundo de la Tierra.

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