Del 1 al 7 de agosto se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna 2025, una campaña global impulsada por la Alianza Mundial para la Acción en Lactancia Materna (WABA) que busca promover este acto esencial como un derecho humano, una necesidad de salud pública y una estrategia vital frente al cambio climático.
Este año, el énfasis vuelve a colocarse sobre la sostenibilidad ambiental. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) destacan que amamantar no solo protege la salud de las madres y los bebés, sino que también reduce la huella de carbono, al evitar los residuos y la contaminación que genera la producción, el transporte y el empaque de fórmulas artificiales.
La leche materna no requiere envasado, energía ni transporte industrial. Tampoco produce desechos plásticos. Por eso, promover la lactancia es también proteger al medioambiente. Como señala el lema de este año, «amamantemos para un planeta más saludable».
Un acto natural que requiere acompañamiento
Aunque se asume como un instinto natural, la lactancia requiere información, técnica, apoyo emocional y condiciones adecuadas. En América Latina, solo el 55% de los bebés son amamantados durante la primera hora de vida, según datos de la OMS. En México, dos de cada diez mujeres presentan síntomas de depresión durante o después del embarazo, lo que puede dificultar el proceso de apego temprano.
Por eso, la WABA hace un llamado a construir sistemas de apoyo sostenibles: hospitales con personal capacitado, políticas públicas inclusivas, comunidades informadas y familias que acompañen activamente a las madres.
La lactancia no debe ser una carga individual, sino un acto colectivo de cuidado y salud. Las instituciones sanitarias deben garantizar espacios seguros para amamantar, licencias de maternidad suficientes y acceso a asesoría especializada desde el nacimiento.
Leche materna: el alimento perfecto
La leche materna tiene todos los nutrientes que un recién nacido necesita: contiene proteínas fácilmente digeribles, probióticos naturales, grasas esenciales y anticuerpos. El calostro, la primera leche, es una especie de «superalimento» concentrado que fortalece el sistema inmune desde el primer instante.
También protege contra enfermedades graves: reduce el riesgo de infecciones respiratorias, alergias, asma, obesidad infantil, diabetes tipo 1 y el síndrome de muerte súbita del lactante. En el plano emocional, el contacto piel con piel activa neurotransmisores asociados al afecto, creando un lazo emocional profundo entre la madre y su bebé.
Los beneficios no son solo para los pequeños. Las mujeres que amamantan tienen menos riesgo de padecer cáncer de mama y cervicouterino, se recuperan más rápido del parto y logran una pérdida de peso más saludable. Además, se reduce el gasto familiar en alimentos procesados y fórmulas.
Mucho más que nutrición
La Semana Mundial de la Lactancia Materna no es solo un llamado a amamantar, sino una invitación a transformar estructuras: a cuidar la salud maternoinfantil desde la raíz, a fomentar comunidades empáticas y a repensar la lactancia no como una opción individual, sino como una decisión con impacto global.
Amamantar es amor, salud, equidad y ecología. En tiempos de crisis climática y fragilidad social, este acto milenario vuelve a ser una herramienta clave para nutrir no solo a las personas, sino también al futuro del planeta.