Con amor y principios, el DIF de Zacatecas transforma vidas

Zacatecas florece desde su raíz más frágil: la infancia. En un estado históricamente golpeado por la violencia y el abandono institucional, el Segundo Encuentro de Resultados del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia (SEDIF) deja ver una narrativa distinta: una donde la ternura es política pública y la justicia social se construye con raciones calientes, abrazos institucionales y un acompañamiento legal que devuelve niños a sus hogares y dignidad a los más vulnerables.

Desde el escenario, Sara Hernández Campa, presidenta honorífica del SEDIF, no habló de logros como si fueran estadísticas. Los convirtió en símbolos: más de 100 menores reintegrados a sus familias, 14 adopciones concluidas, miles de asesorías jurídicas, y la colocación de la primera piedra de la nueva Casa Cuna “Semillitas”. Todo bajo el lema “El bienestar es estar bien en familia”, una consigna que se sintió más como declaración de principios que como eslogan institucional.

El gobernador David Monreal Ávila, presente y efusivo, lanzó una frase que sintetiza el espíritu del evento: “Con amor, valores y principios, se transforma Zacatecas”. Y sí, por una vez en el discurso político, esas palabras no sonaban huecas. El SEDIF ha pasado del asistencialismo a la acción restaurativa, construyendo soluciones con alma —palabras de Hernández— para una sociedad que aprendió a vivir a la defensiva.

Los números no mienten, pero tampoco lo hacen los rostros: más de 7.6 millones de raciones alimentarias servidas en escuelas, 600 mil dotaciones para comunidades marginadas, comedores que alimentan más que estómagos. Programas como “Corazón Contento” y “1 mil días de vida” muestran que la nutrición no es caridad, es política de Estado cuando se ejerce con responsabilidad y sin propaganda hueca.

Pero más allá de los paquetes y las cifras, lo que destaca es la vocación emocional del proyecto. “Casas de Amor” no son refugios improvisados, sino hogares donde los adultos mayores y adolescentes sin familia encuentran algo que va más allá del techo: afecto con protocolo, atención con ternura profesional. Ahí, donde el sistema suele fallar, el SEDIF parece estar construyendo cimientos más sólidos que el concreto de su nueva Casa Cuna.

En el rubro médico, la iniciativa “Estar Bien es Salud” demostró que la humanización de los servicios no es una utopía, sino un estándar posible. Con brigadas, terapias y atención especializada a grupos vulnerables, se envió un mensaje claro: el sistema puede y debe cuidar con empatía. No se trata de hospitales lujosos, sino de doctores que escuchen, de políticas que abracen.

Y como la alegría también es medicina, el eje “Eventos y Espacios de Bienestar” llenó plazas, parques y foros con arte, baile y comunidad. Porque la salud emocional no se decreta, se construye. Y en Zacatecas, al menos por ahora, se baila. La cultura vuelve a ser el pegamento que une generaciones, el lenguaje común que permite recordar que también se puede ser feliz.

Cerrando el encuentro, Sara Hernández soltó una frase que se quedará rebotando en las paredes institucionales: “Donde se siembra amor, florece la paz”. No es poesía barata. Es una apuesta política. Una advertencia contra quienes prefieren la mano dura a la mano tendida. En Zacatecas, al menos desde el SEDIF, se está cultivando otra forma de hacer gobierno. Una que, por raro que parezca, huele a hogar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *