Por Bruno Cortés
La Cámara de Diputados vivió otra de esas largas jornadas donde la política mexicana se mezcla con la resistencia física y la paciencia. La presidenta de la Mesa Directiva, Kenia López Rabadán, informó que la discusión del Presupuesto de Egresos de la Federación 2026 se convirtió en una auténtica maratón: más de 281 oradores desfilaron por el pleno durante 26 horas legislativas. Casi un día completo de argumentos, reclamos y negociaciones para definir cómo se repartirá el dinero público el próximo año.
Detrás de esas cifras está el corazón de la política económica del país. El Presupuesto de Egresos no es otra cosa que el plan de gasto del gobierno federal, el documento que define cuánto se destina a salud, educación, infraestructura, seguridad, apoyos sociales y programas prioritarios. Por eso, cada discusión se convierte en una batalla de ideas —y de intereses— entre los distintos partidos y regiones. Todos quieren su parte de la “cobija”, pero, como suele decirse en San Lázaro, si la jalas para cubrir un lado, destapas otro.
Kenia López Rabadán, con su característico tono firme, dio orden al debate y notificó los procedimientos formales que siguen después de la sesión. Explicó que, conforme a los artículos 100 y 102 del Reglamento de la Cámara de Diputados, las iniciativas y proposiciones presentadas en el orden del día serán enviadas a las comisiones correspondientes, donde se revisarán a detalle antes de su publicación en la Gaceta Parlamentaria. Es decir, aunque la sesión haya terminado, el trabajo legislativo sigue su curso fuera del pleno, en donde los dictámenes realmente se pulen y se deciden los puntos finos.
En medio del cansancio y el ruido parlamentario, se dio a conocer también la reincorporación del diputado panista Omar Antonio Borboa Becerra a sus labores legislativas, a partir del 8 de noviembre. Un detalle que, aunque rutinario, refleja los movimientos internos que suelen pasar desapercibidos pero que, a veces, cambian los equilibrios dentro de las comisiones o en las votaciones clave.
Tras concluir el debate, López Rabadán levantó la sesión y citó a los diputados para el martes 11 de noviembre, a las 11 de la mañana, en modalidad presencial. Pero más allá del cierre formal, el mensaje fue claro: el trabajo sobre el Presupuesto 2026 apenas comienza. Lo que sigue es ajustar números, negociar prioridades y, sobre todo, definir si el gasto público realmente alcanzará para cubrir las promesas de gobierno sin poner en riesgo la estabilidad económica.
En los pasillos del Congreso se comenta que este presupuesto llega en un contexto complicado: un país que sigue buscando equilibrar inversión social con responsabilidad fiscal. Los diputados de oposición insisten en que el gasto se está concentrando en programas con tintes electorales, mientras que el bloque oficialista defiende que el presupuesto está enfocado en garantizar bienestar y continuidad a los proyectos de la Cuarta Transformación.
Por ahora, los legisladores se preparan para una nueva ronda de discusiones que seguramente volverá a extenderse hasta la madrugada. Y aunque los discursos cambien, la historia se repite cada año: el reto de decidir quién recibe cuánto, mientras el reloj del pleno sigue corriendo y el país espera resultados.
