Por Bruno Cortés
En el Congreso y en las canchas empieza a tomar forma una idea clara: el deporte también es política pública cuando se usa para cambiar vidas. Eso quedó sobre la mesa durante el foro “Basquetbol para el desarrollo de los jóvenes”, donde se presentó la Estrategia Nacional de Basquetbol impulsada por la Asociación Deportiva Mexicana de Basquetbol (ADEMEBA), un proyecto que busca subir el nivel competitivo del país, pero sobre todo formar mejores personas desde edades tempranas.
La diputada Margarita García García lo explicó sin rodeos: esta estrategia no es solo un plan deportivo, sino parte del compromiso de la Cuarta Transformación con el desarrollo integral de la población. En palabras sencillas, se trata de apostar por las y los jóvenes antes de que caigan en problemas de salud, adicciones o violencia, usando el deporte como una vía real de prevención y bienestar. Para la legisladora, construir un modelo deportivo sólido, incluyente y sostenible significa crear oportunidades, fortalecer valores y generar comunidad, no solo ganar partidos.
La estrategia parte de una idea básica pero poderosa: el talento se cultiva desde abajo. Por eso se integran programas vinculados con la NBA, se fortalece el minibasquetbol y se busca que niñas, niños y jóvenes tengan acceso a entrenadores capacitados y a competencias que les permitan foguearse, incluso a nivel internacional. La diputada fue enfática en que este esfuerzo solo funcionará si se suman todos: instituciones, entrenadores, familias, comunidades y, principalmente, las y los jóvenes.
Desde la cancha, Omar Quintero Pérez, director de Selecciones Nacionales de Basquetbol, detalló que el proyecto se sostiene en tres ejes claros: el desarrollo del minibasquetbol, el fortalecimiento de las selecciones mayores varonil y femenil y una identidad común para todas las selecciones nacionales, que por primera vez juegan y visten bajo una misma lógica. Esa sinergia, explicó, busca darle orden y rumbo al basquetbol mexicano. El objetivo final es capacitar entrenadores, ofrecer torneos internacionales desde edades tempranas y llevar al basquetbol nacional al nivel que merece.
Pero el discurso fue más allá de lo deportivo. Quintero subrayó que el basquetbol también es una herramienta directa para combatir la obesidad infantil, alejar a las juventudes de las drogas y enseñarles disciplina, esfuerzo y trabajo en equipo. En pocas palabras, formar buenos ciudadanos a través del deporte.
Desde el enfoque educativo, Javier López Buenrostro, director de la Escuela Superior de Educación Física, puso el acento en algo clave para las políticas públicas: el impacto del deporte no depende solo de construir canchas, sino de quiénes enseñan y cómo se enseña. Cuando el deporte se entiende como parte de la educación, se vuelve una herramienta estratégica para enfrentar problemas nacionales como el sedentarismo, las enfermedades crónicas, la violencia comunitaria y la falta de oportunidades.
El basquetbol, dijo, tiene ventajas claras para la acción pública: es accesible, se adapta a escuelas y espacios comunitarios y tiene un alto potencial para formar valores como la inclusión, la equidad y la corresponsabilidad social. Por eso, desde la Escuela Superior de Educación Física se impulsa un modelo alineado con la escuela pública, que combina pedagogía, ciencia del deporte y responsabilidad social, en sintonía con las políticas educativas y de salud del Estado mexicano.
El mensaje final fue claro: fortalecer la educación deportiva implica que educación, salud y desarrollo social trabajen juntos. Invertir en la formación de docentes, en programas escolares y comunitarios y en deporte educativo no es un gasto, sino una inversión directa en prevención, bienestar y cohesión social. Con esta Estrategia Nacional de Basquetbol, el balón empieza a botar también en la cancha de las políticas públicas.
