Por Bruno Cortés
En el Congreso, las y los diputados de Morena levantaron la voz con fuerza y contundencia. No fue un posicionamiento más, sino un mensaje directo: no van a permitir que se minimice ni se normalice el acoso sexual que vivió la presidenta Claudia Sheinbaum en pleno Centro Histórico. Para ellos, lo ocurrido no es una anécdota, es una señal grave de que la violencia contra las mujeres sigue ahí, incluso cuando se trata de la jefa del Estado mexicano.
Desde la Cámara de Diputados exigieron que se investigue a fondo el hecho, se aplique la ley sin pretextos y se sancione a los responsables. El mensaje fue claro: no se trata solo de proteger a una figura pública, sino de defender el derecho de cualquier mujer a caminar libremente y sin miedo. La diputada Anais Burgos, quien encabeza la Comisión de Igualdad de Género, lo dijo sin rodeos: ninguna mujer debe ser tocada sin su consentimiento, y callarlo es permitir que la violencia continúe.
Recordaron que el acoso sexual es un delito tipificado en el Código Penal de la Ciudad de México y puede castigarse con hasta tres años de prisión. Y si se trata de acoso digital —como insultos, amenazas, difusión de imágenes o campañas de odio— está protegido por la llamada “Ley Olimpia”, que también establece cárcel y multas. Por eso insistieron en que este caso no debe tratarse como una exageración o un incidente aislado, sino como violencia de género.
Morena también criticó lo que llamó violencia sistemática contra la Presidenta: ataques en redes sociales, campañas de desprestigio y ahora una agresión física. La diputada Gabriela Jiménez fue tajante: esto no es libertad de expresión, es violencia de género amplificada por la tecnología. Y subrayó que cuando se agrede a una mujer en el poder, se envía un mensaje negativo a millones de mujeres que todos los días luchan por respeto y dignidad.
Dolores Padierna, vicecoordinadora del grupo parlamentario, añadió algo que resonó fuerte: “tocar a una es tocar a todas”. Lo que está en juego no es solo la imagen de la Presidenta, sino el derecho básico de cualquier mujer a ejercer su cargo sin ser acosada, cuestionada o violentada por el simple hecho de ser mujer.
Morena pidió que esta indignación no se quede en discursos, sino que se convierta en acciones, políticas públicas y sanciones reales. Porque —dijeron— de nada sirve tener leyes si no se aplican. También exigieron que los medios de comunicación y actores políticos actúen con responsabilidad y no intenten minimizar lo sucedido o desacreditar a la víctima.
El mensaje final fue uno de unidad y advertencia: van a acompañar a la Presidenta, van a exigir justicia y no permitirán que este caso quede impune. Porque si el país aspira a ser más justo e igualitario, la violencia contra las mujeres —sea en la calle, en redes o en la política— no puede seguir normalizándose.
